No soy un peso pluma

Septiembre 10 de 2011

“un hombre “existe” cuando para él
lo eterno se convierte en un principio activo
dentro de lo temporal”.
J. Mackay

El Encuentro Regional del Caribe colombiano 2011 fue EL ENCUENTRO. Este énfasis está dado, por el hecho de ver estudiantes nuevos, en la fe y en el movimiento, pero también fue el  reencuentro con los que  ya hace algunos años no veíamos, y lo más importante percibir como el SEÑOR Jesucristo, a través de su Espíritu Santo, está presente en cada espacio que compartimos como comunidad UCU.

Había entusiasmo y alegría por la buena nueva de salvación que hace poco tiempo había llegado a la vida de algunos participantes. También, por los nuevos retos y desafíos para aquellos que desearon de corazón empezar obra donde, aún, no la hay. Me sentí identificada con esto último, pues vi en los ojos de una chica mi reflejo. Una estudiante que sus ojos brillaban al decirle al SEÑOR que la enviara, que la utilizara para hacer misión en la universidad. Ella no sabe muy bien como, igual que yo hace 7 años, pero tengo la plena seguridad que el SEÑOR del universo y el SEÑOR de la universidad la formará y acompañará en este camino. Al igual, será EL quien pondrá personas a su lado que le acompañen y le formen. Nosotros como comunidad de discípulos estamos a la tarea de estar prestos a lo que ella necesite, sobre todo si hemos pasado por situaciones similares. Esto último me incluye directamente.

Por otra parte, fue interesante compartir el testimonio y sentido de vida con pasión y denuedo, con aquellos que están en el colegio o iniciando la universidad, pues estamos ante una generación de “muertos vivientes”, una generación que no sabe muy bien para donde va, sino que se deja llevar por la inercia de la vida.  Es por ellos que nosotros como parte de la comunidad de UCU, desgastamos la vida, en conversaciones intencionales, realizando largos viajes con el fin de compartir lo que el SEÑOR nos ha permitido vivir para que EL sea Glorificado. Al fin de cuentas, vasijas de barro somos. Como dijo Luis Guillermo, al exponernos la Palabra de II corintios 4:7. También nos compartió que el asunto no es de forma, es de contenido. “La forma se restaura por el contenido. Es el contenido que da forma, Dios nos da forma por el contenido que es EL y, lo que a  Él se refiere, es de profundidad, no de contorno”.

Lo mencionado anteriormente, nos llevó a preguntarnos:  ¿de qué estamos hechos? ¿Qué es lo que pesa en nosotros? ¿Qué peso de Gloria específico ven mis compañeros de la Universidad, el trabajo, el colegio en mi? Una vez que aceptamos a Cristo como Señor de nuestra vida, nuestro cuerpo es Su morada. Estamos vestidos de EL, es decir no estamos desnudos. Como dice Pablo: “… y suspiramos anhelando ser sobrevestidos de esa nuestra morada celestial, dando por supuesto que seremos revestidos y no despojados de ella. En verdad, a los que vivimos en esta morada corporal nos abruma la aflicción, pues no queremos quedar desnudos, sino ser sobrevestidos de modo que lo mortal sea absorbido por la vida. A eso precisamente nos ha destinado DIOS, y como garantía nos ha dado el Espíritu” (II Cor 5:1-4)

El texto anterior me lleva a pensar en algo, y es: si nosotros nos vestimos de otra cosa, nos van a desvestir y ¿Qué es lo que va a quedar en evidencia?… yo por mi parte quiero seguir el ejemplo de Pablo y revestirme de EL., aún en medio de una sociedad que muestra el desnudarse como natural. Yo no quiero quedar “en cueros”, “descuerada”, por no haber obedecido al Señor a tiempo su llamamiento. Quiero que mi ropaje perdure de aquí y para siempre. Esa moda que no me incomoda, que por el contrario me sujeta y afirma y me da identidad. Identidad que es dada  por la fe. Por la  gracia,  el amor y la misericordia de DIOS, El no nos desviste, aún, porque si Él es nuestro contenido podemos decir lo mismo de Pablo: “caminemos llenos de confianza sabiendo que, mientras el cuerpo sea nuestra morada, nos hallamos lejos del Señor y caminamos guiados por la fe y no por lo que vemos”(vs 7). Como dice Jorge A: La Fe es creer sin verlo, pero es verlo por creer.

La invitación de “ser más pesados” por el contenido de nuestro interior, en medio de un mundo que todo lo quiere liviano, es un desafío a asumir la verdad: “Tu (Dios) eres eterno y nosotros temporales. Tu (Jesús) te hiciste temporal para que nosotros seamos eternos”. Declarar  y vivir esto en medio de nuestros contextos, es entender que cuando exponemos La Palabra, nosotros también quedamos expuestos. Y al quedar expuestos, en ocasiones, es más fácil ser neutrales que ser confrontados. Tal vez, esa sea la razón de nuestro silencio en medio de nuestras realidades, en las que, muchas veces no somos testigos de lo que Cristo hace en  nosotros y en el mundo.

Con base en lo anterior, estaría de acuerdo con Sábato al decir que: “Si a pesar del miedo que nos paraliza volviéramos a tener fe en el Hombre, tengo la convicción de que podríamos vencer el miedo que nos paraliza como a cobardes (…)”,  pero creo que re direccionaría la fe en alguien mayor y mucho más grande que nosotros mismos, como lo es EL HIJO DEL HOMBRE.

Es que nuestra vida en este mundo no se trata de nosotros, se trata de Cristo, por eso cuando hacemos misión en la universidad debemos tener claro que Dios nos hizo para EL y no para nosotros. “La obra de DIOS se hace solamente sobre el Camino, junto con el Cristo resucitado.”[1] Es en ese camino donde nos encontramos con los otros, donde la vida se vive con intensidad, en medio de sus “ires y venires”, de las decisiones tomadas y por tomar. Es en el camino donde se busca una meta y se corren peligros para alcanzarla. Pero es en medio de ese camino que decimos como Pablo, no desmayamos. Porque Cristo está al control. El es el centro de todo. Por El y para El fueron hechas todas las cosas.

“El ser humano sabe hacer de los obstáculos
nuevos caminos
porque la vida le basta
el espacio de una grieta para nacer”
Sábato.

Con mucho amor,
CarmenE.



[1] Publicación de la comunidad misionera bautista de Chile en 15:33. Miércoles 27 de mayo del 2009

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